Me levanté temprano el 19 de abril. Había pasado toda la noche chateando con mis compañeros de clases sobre las protestas del día anterior. Al contrario de lo que muchos piensan, no todos éramos universitarios. En mi caso, apenas estaba en cuarto año de secundaria, estudiaba en un colegio público de los más conocidos de Managua. Con mis amigos quedamos de que si había protestas íbamos a ir y así fue.
Yo, al igual que muchos chavalos estábamos enojados con el gobierno. A decir verdad, ya no lo aguantábamos y eso lo sabían todas las autoridades del colegio. Si hasta sus hijos compartían ese sentir. Como casi todo, nos dimos cuenta de que las protestas habían estallado cuando comenzaron a llegar las noticias al WhatsApp de que los chavalos de la UPOLI, la UNAN, la UNI y la Agraria se estaban levantando. “¡Nos fuimos!”, dijimos todos.
Al principio varios chavalos estaban temerosos, más que tenerle miedo a la policía y a las turbas del Frente Sandinistas, le teníamos miedo a nuestros padres, porque claramente ninguno nos iba a dar permiso de ir a protestar contra la dictadura. Todo cambió cuando llegó la imagen del chavalo de la agraria al que le sacaron un ojo. Eso nos enardeció. Ahora si no había duda de que teníamos que salir sí o sí a expresar nuestro descontento.
Quedamos en vernos a las 2 de la tarde e irnos a la UNI. Cuando íbamos en la ruta notamos que varios chavalos iban en nuestro mismo plan. Todos nos veíamos con cara de complicidad. Incluso varios gritaron sus consignas en la ruta y la mayoría de la gente nos seguía la onda. Como la cosa ya estaba encendida la ruta se desvió y tuvimos que caminar hasta la UNI. Ya en la avenida universitaria comenzamos a platicar con el montón de chavalos. También había gente mayor, sobre todo gente humilde que trabaja en la calle.
Fue cuestión de minutos cuando sin darnos cuenta comenzamos a correr porque la policía comenzaba a atacarnos. Fue una especie de juego del gato y el ratón, corríamos para el lado de la Catedral y la Policía nos aparecía ahí. Luego hacia el sector de la UCA o a la UNI, e igualmente la policía nos seguía. A pesar de que éramos chavalos en su mayoría, la actitud de la policía era super violenta, como que si fuésemos una gran amenaza. Así pasamos toda la tarde.
Cuando comenzó a anochecer decidimos irnos, pero nos costaba salir porque la policía nos tenía rodeados. Cuando al fin logramos salir volvimos a agarrar una ruta y el ambiente estaba más caldeado. La gente se daba cuenta que habíamos estado en las protestas y todo mundo nos animaba: “¡Eso chavalos! ¡Está bueno! ¡Sigan así que el pueblo los respalda!”.
Ese día me costó cenar, sentía que mi vida había cambiado para siempre. Sin hablar mucho con mis padres me fui al cuarto a seguir las redes sociales y chatear con mis amigos. Ya bien noche llegó la noticia que nos terminó de convencer que el cambio en Nicaragua no tenía vuelta atrás: ¡habían matado a un muchacho cerca de la UPOLI! Se llamaba Darwin Urbina. El gobierno había comenzado a matar. Todo mundo en las redes sociales comenzaba a decir que este 19 de abril no se iba a olvidar. Y así fue. ¡Viva el 19 de abril!