A decir verdad, antes del 18 de abril no me interesaban las noticias. Mucho menos la política. Igual pasaba con la gran mayoría de mis compañeros de clases. Acababa de entrar a la UNAN-Managua ese año. Si bien no tenía conocimientos de política y de historia, yo y mis compañeros nunca nos sentimos cómodos con lo que se decía sobre nuestro país en las aulas de secundaria. Cosa que cambió un poco en las aulas de la universidad. Mi rechazo a los sandinistas me era como instintivo, la prepotencia de los CPC del barrio o de los profesores sandinistas que se creían dueños de la verdad y de Nicaragua nunca me gustó.
Todo esto cambió el 18 de abril. Ya veníamos hablando mucho con mis compañeros que el gobierno se estaba pasando. La gota que derramó el baso fue la golpiza que le dieron a los viejitos en León. Recuerdo como el grupo de WhatsApp del aula estaba que ardía. La noticia llegó casi al medio día. Incluso los compañeros de clases que pertenecían a UNEN y que antes eran bien fanáticos comenzaron a criticar al gobierno. De hecho, en honor a la verdad, los muchachos que eran sandinistas fueron de los más activos ese día. A eso de las 2 de la tarde ya estábamos decididos que íbamos a salir a protestar contra el gobierno. En la UNAN Managua los pasillos estaban encendidos. Por primera vez vi a los profesores y a las demás autoridades preocupadas. Sentían que no tenían el control. No se sentían cómodos con que a grito partido dijéramos improperios contra el gobierno.
Ya casi a las 4 nos fuimos a la UCA. Sabíamos que ahí habría más apoyo y protestar sería más seguro. Sin embargo, cuando íbamos caminando de la UNAN a la UCA nos decidimos ir a Camino de Oriente porque según veíamos en las redes sociales la cosa estaba más prendida ahí. Cuando llegamos los sandinistas ya habían golpeados a unas personas y cuando comenzó a oscurecer se comenzó a ver a más antimotines. No voy a negar que estaba aterrorizada, pero al mismo tiempo, el enojo me ayudaba a superar el miedo. En esa protesta vi a muchas personas que luego volví a ver en varios plantones y marchas. Nunca se me va a olvidar que ahí vi a Lesther Alemán, quién no era nada famoso ese día. Luego cuando lo miré en el Diálogo Nacional encarando a Daniel Ortega no me lo pude creer.
Para mí, el 18 de abril fue un despertar. Ese día me conocí más. Me di cuenta de que podía ser valiente, que no me sentía bien viendo tanta injusticia y no hacer nada. Lo que más me iluminó fue saber que los chavalos podíamos cambiar Nicaragua, sentir el dolor de los demás y luchar juntos por sentirnos orgullosos de vivir en este país.