Desde Somoza a la actualidad
Foto tomada de Infobae Todos aquellos que crecieron entre las barbaries de los gobernantes, miembros de la familia Somoza y la Guardia Nacional dirigida por los mismos; solo reviven a través de lo que se ve hoy en día, lo que aquella dictadura que, de alguna manera se apropió de Nicaragua, hacía en esos años. Como jóvenes son cosas que escuchamos, pero jamás pensamos que volvería a suceder y esta vez, la pesadilla sería nuestra. En 2018 tras 16 años de efímeros aires de democracia y 14 años de continuidad del sandinismo bajo la supuesta doctrina de socialismo del siglo XXI; esa realidad cambió y a nuestra generación le tocó vivir en carne propia al mejor estilo de Kafka, la metamorfosis de aquel hombre y su séquito que se vendían como revolucionarios y terminarían transformando a un Dictador. Ortega que en los años 80s, los últimos años de la guerra fría, lideró en aquel entonces al Frente Sandinista, un partido de izquierda con ideales de protección al proletariado y quien juraba ser ferviente lucha contra el capitalismo; hoy es una de las personas más adineradas y poderosas de Nicaragua, pero ¿Cómo un revolucionario se convierte en un megalómano dictador? En contexto muchos diríamos que es el poder dado, en síntesis, podemos asegurar que es el dinero, en realidad, es una combinación de ambos. Hoy Ortega, quien se ha concentrado en callar todas las voces de oposición, sigue hipócritamente al frente de una celebración revolucionaria y da pie en cada oportunidad a justificar sus crímenes como actos revolucionarios, antiimperialistas, entre otras palabrerías merecedoras de olvido en los archivos de la ignorancia. Cada día el apoyo incluso de sus mismas bases tambalea, quienes aún siguen creyendo ciegamente en este personaje de burlas, como un libertador, son aquellos que siguen obteniendo un beneficio en algún puesto estatal. Ortega y su familia han apartado a todos aquellos que un día le ayudaron a ser quien es, ha secuestrado a un país, ha tomado instituciones, ha desaparecido la democracia, los derechos humanos y la opinión pública. Extinguió las 3 “P” de una buena gestión de gobierno. Sus intentos de callar las voces disidentes y de opinión, han ido desde asesinatos, asedios, cárcel, exilio y compra de voluntades. En su fracasado intento de mantener sumergidos en una mentira y en su burbuja inexistente de un buen gobierno, mantiene un monopolio en los medios de comunicación que no sirven como medios independientes sino, medios de propaganda al servicio de la pareja que mal gobierna; entre otros que se encargan de hacer creer a ese 10% que Ortega es el presidente de los pobres. Su mayor fracaso se demostró en 2018, cuando arbitrariamente reformó la ley de seguridad social y los jóvenes, a quienes consideró por mucho tiempo una figura inerte y sin opinión política, le dieron la cara e hizo tambalear el piso. Este año electoral y de cara a la celebración de 42 años de su mal llamada revolución, se encuentra totalmente desmoralizado, las limitaciones a las que se somete a raíz de la insurrección de abril 2018, demuestran que aquel Ortega que se sentía intocable, dueño de la voluntad popular y quien mandaría incluso desde abajo como prometió desde los años 90s ya no existe; cada día son menos quienes siguen sus ideales y ven a Ortega como un verdadero líder revolucionario, pocos se creen aún esa mentira y es lo único que lo cobija, es el fantasma de su fracaso de revolucionario del cual la gente ve ahora como un sueño o mejor dicho una muy mala broma. En este año electoral, tenemos en nuestras manos una oportunidad real de transformación, una de raíz donde los jóvenes tomemos el protagonismo que por muchos años se nos arrebató, es momento de salir de aquel hueco de exclusión, es momento de que todos los nicaragüenses seamos participes y actores de cambio donde nuestra opinión si sea tomada en cuenta y el resultado sea la libertad. |