Escrito por Edwin Raudez
Para el 2021 habrá transcurrido 200 años desde nuestra independencia. Hoy ya no adoramos al Dios del sol, la luna o las estrellas, el cristianismo predomina en Nicaragua. Pero hay aspectos que nuestra generación no mejora, ya que esperamos todo caiga como maná del cielo.
Y erramos reduciendo el Evangelio a la interioridad o vida espiritual, eliminandonos de la vida social-política; viendo únicamente la futura tierra prometida, solo por que: “nuestra patria no es de este mundo”, olvidando la actualidad.
Esto se debe a que se anatemizó la política, ya que crecimos en un país donde el cardenal Miguel Obando tenía participación política activa y era fuertemente criticado; olvidando ver al aclamado rey David como el gobernante, que según las escrituras sirvió a su generación conforme la voluntad de Dios, dejando de ser el cristiano de hoy un agente del cambio para el bien común, olvidando que no puede ser indolente y que debe luchar contra fuerzas que surgen de la avaricia.
Debemos transformar la idea de Dios comprendiendo el balance de: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios “. La juventud cristiana debe velar por esta nación y no solo pedir: Dios, sana nuestra tierra; sin exigir nada de sí mismos. Es momento de romper el molde y ser libres en todos los aspectos.