El pasado 10 de enero, la dictadura de Daniel Ortega cumplió 14 años en la silla presidencial. 14 años de pactos, represión y profunda crisis de derechos humanos, sostenida por un sangriento estado policial, que persigue y asedia a una oposición que debe de dar paso firme a la única salida pacífica que representa las elecciones generales.
La importancia de promover el voto en este año electoral tiene que ser sujeto a las mesas de trabajo de cada organización. No podemos permitir que suceda el mismo escenario electoral que promovieron algunas figuras políticas en el 2016, al llamar a la abstención. Promover el No Voto es legitimar a Ortega con 5 años más sin democracia, encarcelamientos, exilio y al fuerte deterioro de las instituciones.
Los nicaragüenses no debemos de acostumbrarnos a un estado policial durante 5 años más, cuando podemos sacudirnos de ese mal viraje que nos ha atormentado por los últimos 14 años. Nicaragua tiene la obligación patriótica de salir a defender la democracia; a través del VOTO ciudadano, el pueblo se salvará.
Los partidos políticos tradicionales tienen una deuda con Nicaragua, una deuda que va más allá que un cambio de nombre y emblemas, los partidos políticos criollos tienen la obligación de ceder espacios políticos a los nuevos liderazgos de abril de 2018.
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Nicaragua urge de un cambio democrático. Es tiempo de pensar en grande y saber que nuestros grandes rezagos y profundas desigualdades sociales no tendrán solución si no adoptamos un cambio democrático que rompa la inercia que tanto nos frena como nicaragüenses.
Lo cierto es que este 7 de noviembre tenemos el poder de elegir un nuevo rumbo para la soñada nueva Nicaragua, no es sólo para vos o para mí, podemos elegir para nuestras futuras generaciones. No echemos por la borda la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestro país.